Regimiento de Infantería
Ceriñola núm. 42
Información mandada abrir por el
seños coronel de este regimiento ángel Morales Reynoso, para poder de
manifiesto la actuación de las fuerzas del mismo en todos los sucesos que
tuvieron lugar desde el establecimiento del campamento de Annual, hasta la
retirada del mismo el 22 de julio del año actual.
Dieron comienzo el día 4 de
septiembre de 1921
Se terminó el 8 de diciembre de
1921
CAMPAMENTO
DE ANUAL
Después de las brillantes operaciones que con
feliz éxito se llevaron a cabo en
los primeros días del mes de diciembre próximo pasado, que dieron por resultado
la sumisión de las kabilas de los Beni-Ulixet y Beni-Said, se estableció un
puesto de policía indígena en el mes de enero en el valle de Anual; en vista de
la buena disposición que presentaban las kabilas de Tessaman[1],
dispuestas también a someterse.
Posteriormente, y poco tiempo después, la
columna del Regimiento de Ceriñola que estaba en el Campamento de Kandussi fue
trasladada a Anual pasando Kandussi a pertenecer al Regimiento de Melilla. El
resto de las fuerzas del Regimiento que ocupaban posiciones en las márgenes del
Kert y territorio de los Beni-Said, fueron poco a poco evacuando estas, pasando
a guarnecer las nuevas posiciones que se establecían en los puntos más
avanzados y que constituían las posiciones de primera línea.
Colocada la columna en Anual, sin apoyo ni
auxilio de ninguna otra fuerza, tomó
Sidi-Dris estableciendo la posición de este nombre y como a unos cuatrocientos
metros del mar; la de Afrau también en punto altísimo de la costa; la de
Buy-Meyan a unos tres kilómetros delante de Anual y finalmente la posición de
Izumar a retaguardia y en el sitio más alto de la montaña, dominando el valle y
como protección del trozo de pista que descendiendo por la montaña conocida con
el nombre de Tobogán a causa de sus muchas vueltas y revueltas, terminaba en el
Campamento.
Todas estas posiciones fueron desde el primer
momento ocupadas por fuerzas del Regimiento de Ceriñola.
Decíase por entonces que la posición de
Sidi-Dris iba a ser el punto de reunión de la columna principal que más tarde
había de operar contra las kabilas de Alhucemas, señalando al Regimiento para
este cometido, que pasaría a ocupar Sidi-Dris y Anual, las fuerzas que habían
de auxiliar y apoyar el movimiento, en atención a que por mar era fácil el
aprovisionamiento y allanaban las grandes dificultades que se presentaban al
hacerlo por tierra sin caminos, y sin el suficiente material de transportes.
Pero como quiera por otra parte que el mar,
sobre todo en los días de levante, no permite la navegación de embarcaciones
menores, únicas de que se disponía, sobre todo al doblar el Cabo Tres-Forcas,
ni tampoco arrimar a la costa, por lo que el aprovisionamiento hubiese quedado
interrumpido durante muchos días del año, se desistió, al parecer, de tomar a
Sidi-Dris como base de operaciones y punto de aprovisionamiento, y en su lugar
hacer esto por tierra. A partir de este momento el campamento de Anual adquirió
extraordinariamente importancia; pero no siendo suficiente por su poca
extensión para el establecimiento de Depósitos y reunión de columnas, porque no
lo permitía la loma donde estaba emplazado, se dispuso construir otro
campamento como a unos tres kilómetros a vanguardia del de Anual capaz para
veinticinco tiendas de campaña que tomó el nombre de Buy-Meyan. Su guarnición
se componía en un principio de una Compañía de Ceriñola y de dos mías de
Policía Indígena al mando del comandante Villar de la Policía , que a su vez era
también el Jefe de la posición. Más tarde se aumentó su guarnición con una
compañía más; pero lo fue cuando se pensó colocar en Anual una barraca Doker
para enfermería y curas de urgencia y había necesidad de habilitar terreno para
su emplazamiento, que no lo había. Por tanto el aumento de su guarnición no
obedeció a una necesidad militar ni a una mayor seguridad de la Posición porque ésta se
viese amenazada de un probable ataque del enemigo, sino que lo fue por la
circunstancia anteriormente expuesta. Solamente después del desgraciado suceso
de Abarran[2]
se pensó poner Buy-Meyan en condiciones de mayor defensa ordenándose por la Comandancia se
reformase su guarnición con una Compañía de Ametralladoras que lo fue la del
tercer Batallón que mandaba el Capitán Canaluche.
Resuelta la primera dificultad de la
colocación de las columnas con establecimiento del Campamento de Buy-Meyan, la
segunda dificultad, o sea la falta de caminos, se resolvió ordenándose a
Ingenieros que con la mayor urgencia hiciese un trazado de carretera partiendo
de Bentieb, y que organizase los trabajos en forma que quedara hecha lo antes
posible. El cálculo que se había hecho fijando el plazo de su terminación falló
por completo por la falta de brazos y las muchas rectificaciones que después
hubo que hacer, por lo que se retrasaron las operaciones militares que, según
se decía, habían de empezar en los primeros días del mes de mayo. Dos compañías
de Ingenieros comenzaron los trabajos, pero siendo insuficientes se hizo un
llamamiento a los moros por si querían trabajar mediante un jornal mínimo de
tres pesetas diarias, y no habiendo acudido el número que se esperaba, ordenó la Comandancia que
soldados del Regimiento San Fernando y cincuenta soldados de Ceriñola de los
que estaban en el Campamento de Anual, ayudasen a los Ingenieros como así se
hizo.
Lo primero que se hizo fue un camino estrecho
llamado pista, para el paso de mulos y camellos por entre montañas altísimas y
profundos barrancos en una extensión de unos dieciocho kilómetros, y más
adelante ir ensanchando esta pista hasta formar una verdadera carretera para el
rodaje de carros, camiones y artillería ligera. Desde Bentieb[3]
hasta la posición de Izumar la carretera quedó terminada y por ella circulaban
ya los camiones, y el tramo desde Izumar hasta alcanzar el llano a punto de
acabar, cuando circunstancias inesperadas obligaron a abandonar el campamento
de Anual.
Graves, gravísimos inconvenientes ofrecía
esta carretera, todos ellos de orden militar. Aparte de un trazado por montañas
rodeadas de barrancos y precipicios, se había aprovechado el cauce de un río de
aluvión, en una extensión no menos de tres kilómetros, lo que hubiese originado
en el periodo de lluvias la paralización completa de todos los servicios, y lo
peor es la incomunicación total del campamento y sus posiciones con el resto
del territorio. Además de esto, la carretera atravesaba de Norte a Sur en toda
su mayor extensión las kabilas de los Beni-Ulixet recientemente sometidas,
armadas, y de muy dudosa fidelidad, lo que constituía un serio y constante
peligro puesto que la única vía de comunicación por tierra estaba en manos del
enemigo, que la podía cortar en cualquier momento, y no estaba defendida ni
vigilada por posiciones permanentes de observación.
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Por lo
que se refiere al Campamento de Anual, fue elegido en un principio como
posición para establecer en él un grupo de policía indígena, y en este sentido
llenaba perfectamente su misión, pero no así como campamento general, centro de
aprovisionamiento, concentración de columnas, ni mucho menos como base de
operaciones y punto de partida para un ataque a Alhucemas. Anual es un valle
casi semicircular, estrecho y profundo, cerrado por todas partes por altísimas
e inaccesibles montañas, menos por un boquete estrecho que da al mar, en cuyos
extremos estaban las posiciones de
Sidi-Dris y la de Afrau. Su suelo, sin caminos y sí únicamente algunas
veredas, estaba formado por lomas de suave pendiente pero surcado de
barrancadas sin fin que cortaban a cada instante el horizonte, y permitían a un
enemigo audaz y decidido hacer una obstinada defensa y oponer una resistencia
muy difícil de quebrantar al avance de nuestras columnas. Un río de escaso
caudal de agua que corría lamiendo las faldas de las montañas fertilizaba el
valle que tenía algunos trozos de huerta y surtía de agua al campamento. Este
valle estaba ocupado por las kabilas de Tessaman.
La posición, o sea el Campamento, estaba
colocado en la cima de una loma corta y estrecha, dominada por todas partes por
otras lomas de mayor altura, y separada de ellas por barrancos próximos y
profundos, imposibles de batir y por los que el enemigo podía acercarse a la
posición sin ser visto. No tenía parapeto propiamente dicho, puesto que no
podían considerarse como parapeto algunos montones de tierra que se sacaron al
hacer los emplazamientos de cocinas y cuadras, y por muchos sitios no había
alambrada. El frente de la posición que miraba al enemigo: la mitad de él lo
formaban las cocinas, y la otra mitad un trozo de parapeto de piedra alto,
fuerte y resistente cubriendo perfectamente bien las dos tiendas destinadas a
Oficiales de Ingenieros; el resto no tenía parapeto de ninguna clase y sí
únicamente una malísima alambrada. El frente opuesto lo formaban las cuadras
del ganado, la puerta de entrada y unos cobertizos de materiales ligeros en los
que había instaladas tres cantinas. Los frentes laterales, que por cierto eran
muy cortos porque la posición era estrecha; el de la izquierda mirando al
enemigo, mucho más alto que el resto del campamento pues formaba una especie de
reducto y en donde en un principio estuvo la policía, estaba la Artillería que tenía
hecho un ligero parapeto paralelo al frente principal, y emplazadas en él
cuatro piezas de montaña. Este mismo parapeto continuaba cerrando el frente
lateral, y emplazadas[4]
dos ametralladoras de posición. En el frente lateral de la derecha, otros
cuatro cañones. La batería ligera, como no había lugar para ella estaba
aparcada fuera de la posición y al cuidado de un planto de cuatro soldados y un
cabo, y lo mismo sucedía con las compañías de ametralladoras del segundo y
tercer Batallón del Regimiento que, también por falta de espacio para su
emplazamiento, estaban aparcadas dentro del campamento y en condiciones de
utilizarlas en cualquier momento que fuese necesario. Las tiendas de campaña
estaban tan juntas unas de otras que no formaban calles cruzándose los vientos,
de forma tal que durante el día se hacía muy dificultoso el tránsito por el
campamento, y de noche prácticamente imposible.
Ciertamente que por los Tenientes Coroneles
cuando por su turno les correspondía estar de Jefes de campamento con los
soldados francos de servicio se iba poco a poco acopiando piedra, pero con
mucha lentitud, en atención a que la piedra estaba muy lejos y se carecía de
medios de transportes porque todos los mulos, incluso los de Ametralladoras y
Artillería se empleaban en diarios convoyes, y la fuerza casi toda ella se
encontraba del campamento en servicios de la mayor importancia. Cincuenta
soldados agregados a Ingenieros marchaban todos los días al trabajo de
carreteras. Otros agregados a la
compañía de Intendencia para el convoy, protección del mismo y conducción del
ganado; otros agregados también a Intendencia para hacer pan y otros
menesteres; de suerte que durante la mayor parte del día solamente quedaban en
el campamento los rancheros, aguadores, enfermos, asistentes, la guardia de
Prevención, y los que habían estado de servicio durante la noche.
El desgraciado suceso de Abarran puso de
manifiesto el empuje del enemigo y la necesidad de poner Anual en mayor estado
de defensa. Por órdenes dadas personalmente por el mismo Comandante General,
presente en este campamento, se quitaron las cocinas de donde estaban, que como
hemos dicho anteriormente, constituían la mitad del parapeto del frente
principal de la posición, y en su lugar se hizo parapeto de piedra, alargando a
la derecha e izquierda el trozo que con anterioridad estaba hecho resguardando
las dos tiendas de los Oficiales Ingenieros. Las cocinas pasaron a ocupar el
sitio donde estaban las cuadras del ganado, las cuales a su vez se pusieron en
el fondo de la barrancada formada por la loma de Anual y la loma donde
vivaqueaban las fuerzas de Regulares, que estaba a retaguardia. Un reducto
cerraba el paso de este barranco e impedía que fuerzas enemigas pudieran
ponerse a espaldas de la posición. Se pusieron a la derecha y casi a mitad del
camino entre Anual y Sidi-Dris: la posición de Talilit, y a la izquierda,
protegiendo el camino de retirada, la posición de Igueriben. Con esto se creyó
que la línea de Anual quedaba suficientemente defendida, y con la incorporación
de la columna del Regimiento de África, compuesta de cuatro compañías de
fusiles y una de Ametralladoras, con fuerzas bastantes para rechazar con
ventaja cualquier ataque del enemigo.
Por desgracia estos cálculos no salieron bien
porque siempre subsistía el peligro de estar el camino de Anual a Bentieb en
manos del enemigo, y aun cuando a última hora se establecieron las posiciones A
y B, esta última por fuerzas de Ceriñola, y aquellas por fuerzas de África en
los puntos más altos, no fueron suficientes para proteger la retirada de las
columnas, en un camino de dieciocho kilómetros de longitud, lleno de vueltas y
revueltas, de bajadas y subidas, por lomas y barrancos y precipicios sin fin.
Las posiciones de Igueriben y Talilit tampoco llenaron su objetivo. La de
Talili no podía impedir que por los barrancos el enemigo cruzase varias veces
la línea para ir a raciar las kabilas que permanecían adictas, y la de
Igueriben, si bien estaba emplazada en una loma que presentaba al frente un
buen campo de tiro, en cambio tenía el inconveniente de lo lejos que estaba el
sitio donde había de hacer la aguada, lo fácil que le era al enemigo el
cortarla por las barrancadas que había que salvar para poder hacerla, y por
último, atacable por su flanco izquierdo y por retaguardia, como así sucedió
durante los cinco días en que la posición estuvo bloqueada, pues coronadas las
alturas por el enemigo, hizo imposible todo socorro, y las tres veces que se
intentó, las fuerzas fueron rechazadas con enormes pérdidas. Su guarnición
compuesta de dos compañías, la segunda del primero y cuarta del tercero de
Ceriñola, privada de todo auxilio, sin recursos de ninguna clase, sin comida ni
agua durante cinco días hasta llegar al extremo de tener todos que beberse sus
propios orines para apagar la sed que los devoraba, faltos de fuerzas y de
alientos para sostenerse en los parapetos, no abandonaron la posición hasta
recibir la orden del mismo Comandante General que así lo dispuso. Inutilizaron
las cuatro piezas de la batería ligera, y prendieron fuego a la posición
arrojando a las llamas los fusiles, puesto que no tenían municiones para
defenderse; mas como quiera que desgraciadamente esta evacuación no fue
sostenida ni apoyada por ninguna otra fuerza sino que se les dejó abandonados a
sus propios recursos, nulos en aquellos momentos supremos, perecieron todos en
la demanda menos trece soldados y un sargento que en la huida lograron alcanzar
su salvación.
Una confianza sin límites, deficiencias en
algunos servicios, descuidos de nuestros deberes militares, faltas de
organización y de administración, y equivocaciones en el orden político (todo
disculpable en parte ante la actitud pacífica de los moros de largo tiempo
atrás, pues las kabilas de los Beni-Ulixet y los Beni-Said falsamente aparecían
contentas y resignadas con su suerte haciendo a cada momento demostraciones de
adhesión a España), trajeron consigo una serie de acontecimientos no
sospechados por nadie en su inmensa magnitud, que principiando en Abarran, y
acabando en la gloriosa defensa de Monte Arruit, de un solo golpe borró el
trabajo de doce años y la pérdida total del territorio.
Durante los meses de enero, febrero, marzo,
abril y mayo, el enemigo jamás dio señales de vida, ni las kabilas sometidas
acto alguno que hiciera dudar de su fidelidad; el Jefe de las kabilas de
Beni-Said, que ha resultado un traidor, hasta última hora conferenciaba con el
General Silvestre y le prometía con los suyos organizar una harka que había de
vengar el desastre de Abarran. Se andaba por todas partes con seguridad; nunca
fue atacado el convoy; con una pequeña protección, que aun hasta se creía
innecesaria, se recorriera el camino de Bentieb a Anual, lo mismo se recorría
sin ningún inconveniente Moros de Tessaman acudían diariamente al campamento a
vender huevos y gallinas, y el rancho sobrante por mañana y tarde se les daba a
los habitantes de una kabila inmediata hambrienta y llena de miseria. No había
prohibición alguna respecto a la entrada de moros en el campamento. Unos traían
leña para Intendencia, otros a vender y a ofrecer carne para la tropa, otros a
conferenciar con el Capitán de Ingenieros cuyas oficinas de admisión para los
trabajos de la carretera las tenía en su tienda, y aun hasta Intendencia tenía
dos moros empleados en la fabricación del pan. Todo era paz, tranquilidad y
bien andanza. Solamente se sabía que los moros de las kabilas de los Beni-Urriaguel
tenían formada harka al mando de un tal Ab-del-krim[5],
dispuesta a impedir por su territorio el paso de nuestras columnas en el avance
hacia Alhucemas, pero no se le daba importancia pues se suponía que esa harka
se dispersaría al primer cañonazo que disparara nuestra Artillería. Un moro, o
mejor dicho, un español renegado vestido de moro, que no podía ocultar su
origen pues era rubio y hablaba perfectamente el castellano y el valenciano,
que suministraba carne, traía de vez en cuando noticias de la harka, asegurando
que era muy numerosa, circunstancia que más tarde comprobó la policía sabiendo
por confidencias ciertas que la harka enemiga se componía próximamente de unos
once mil moros divididos en tres columnas, y que se estaban preparando, no para
impedir nuestro avance hacia Alhucemas, sino para atacar el campamento de Anual
y sus posiciones.
Este moro, que lo mismo que nos traía
noticias podía llevarlas también al campo contrario, y si no él otro
cualquiera, inducen a suponer que Abd el krim, Jefe de la harka, no ignoraría
el estado de indefensión en que estaba el campamento de Anual, y maravilla el
pensar cómo el ataque que proyectaba no lo hizo antes.
La expedición a Abarran precipitó los
acontecimientos.
En la mañana del día treinta y uno de mayo,
hallándose el Jefe que suscribe en el Campamento de Anual, recibió un
telefonema del Comandante General ordenando pusiese a disposición del
Comandante Villar de la
Policía y Jefe de la posición Buy-Meyan, las siguientes
fuerzas, sin especificar su objeto.
Ø Dos compañías de Ametralladoras
que fueron la segunda y la tercera de Ceriñola.
Ø Las dos compañías de Ingenieros
que se reforzaron con cincuenta soldados de Ceriñola.
Ø La compañía de Intendencia con
todos los mulos que había en el campamento, para llevar agua, víveres y
municiones para tres días, reforzada también con soldados de Ceriñola.
Ø Una sección de Sanidad y otra de
Telegrafía óptica, y el Tabor de regulares, y diez mil cartuchos remington para
dotar a la harka amiga que había organizado el mismo Comandante Villar entre
los moros de Tessaman.
Ø También formó parte de la
columna la Mia de
policía que estaba en la posición de Buy-Meyan.
Ø Posteriormente se recibió otro
telefonema ordenando pusiese igualmente a disposición de dicho Comandante la
batería de montaña y no pareciendo suficiente el número de diez mil cartuchos
para la harka amiga, se le dotó de veinte mil.
Todos estos preparativos se hicieron con el
mayor silencio y sigilo, tanto que aun hasta los mismos Capitanes no se
enteraron de lo que se trataba hasta bien entrada la tarde de aquel día, por
exigirlo así el mismo Comandante Villar, quien manifestó que la operación tenía
que hacerse por sorpresa, y que de no ser así, de estar apercibido el enemigo,
se vería obligado a retroceder, resultando un fiasco la operación de establecer
una posición en la cima del Monte Abarran.
A las
doce y media de la noche la columna estaba formada y a la una en punto rompió
la marcha camino de Abarran en la siguiente forma.
La harka amiga, que luego resultó enemiga,
iba en vanguardia; detrás, una de las compañías de Ingenieros; las dos
compañías de Ametralladoras, la batería de montaña, Compañía de Intendencia
llevando los mulos, Sección de Sanidad y Óptica, y la otra Compañía de
Ingenieros cerrando la retaguardia. La
Mia de Policía por la derecha, y los Regulares por la
izquierda protegían los flancos de la columna.
A las seis próximamente de la mañana, la
columna sin disparar un solo tiro, había logrado su objetivo.
La altura de Abarran estaba tomada.
A las nueve se presentó en el Campamento el
Comandante General, y puesto al habla con el Comandante Villar por medio del
heliógrafo, éste le comunicó buenas impresiones diciéndole que la harka enemiga
estaba muy cerca en actitud pacífica, y que se estaba timando con ella.
(Textual)
En vista de esto, el General manifestó por
dos veces sus deseos de ir a Abarran, y aun hasta él mismo mandó preparar los
caballos, pero las dos veces el Coronel Morales de la Policía le hizo desistir
de sus propósitos diciéndole que estaba muy lejos, y que el camino le era
totalmente desconocido.
Como a eso de las doce, el General abandonó
el campamento con todo el personal que le acompañaba en dirección a la posición
de Izumar donde se detuvo a almorzar, continuando después a Melilla.
A la una de la tarde, el Comandante Villar
emprendió la retirada dejando de guarnición en Abarran la Mia de Policía, un Tabor de
Regulares, la batería de Montaña con veintiséis artilleros y la harka amiga,
regresando a Anual con el resto de la columna.
Una hora después, el enemigo en número muy
considerable comenzó a hostilizar la posición. El tiro de cañón se oía
perfectamente en el campamento, y el eco de los disparos resonaba con estruendo
por los ámbitos del valle.
En un principio no se le dio importancia, y
se supuso que la batería disparaba contra grupos enemigos lejanos como sucede
siempre que se establece una nueva posición, pero como el fuego de cañón se
prolongaba más de lo ordinario, no dejó de preocupar, sabiendo que la batería tan
solamente podía disponer de doscientos cincuenta disparos. Dos horas después,
reinaba el silencio por todas partes. “La posición de Abarran había caído en
poder del enemigo.”
¿Qué es lo que había pasado allí? La verdad
completa con todos sus detalles jamás se sabrá. Los oficiales todos murieron en
sus puestos, ninguno se salvó. Los pocos Artilleros que quedaron con vida y que
llegaron al campamento en las primeras horas de la noche, todos heridos,
estaban de acuerdo en manifestar que la posición no había quedado terminada ni
sólidamente establecida, que no había piedra para hacer el parapeto, y que
solamente se hicieron dos frentes con los sacos que llevó Ingenieros y que se
pudieron aprovechar, pues muchos de estos sacos se desfondaban al levantarlos
del suelo llenos de tierra porque estaban podridos.
Que la parte que quedó sin parapeto fue por
donde entró el enemigo en la posición juntamente con la harka amiga que había
hecho traición y que fue la que mató a tiros a los oficiales, menos al Teniente
de Artillería que, acabados los tiros de cañón, continuó defendiéndose con un
fusil hasta que cayó mortalmente herido. Algunos moros de la policía y
Regulares regresaron también al campamento, otros hicieron causa común con el
enemigo.
En esta desgraciada jornada, aparte de las
vidas de los oficiales y de casi todos los soldados artilleros, se perdieron
cuatro piezas de Artillería de montaña, treinta y tres cajas de cartuchos
máuser de las cuarenta que se llevaron, veinte mil cartuchos remington, todos
los fusiles de los Regulares, Policía, harka amiga, y los terceros las de los
Artilleros, doce tiendas de campaña, los víveres y equipajes, tres caballos y
siete mulos y unos doce mil duros en metálico, según cálculo que se hizo.
Por confidencias ciertas se llegó a saber que
la columna no fue atacada en su marcha ni mientras se establecía la posición,
en espera de la llegada del General Silvestre para cogerlo prisionero. Tenía la
costumbre el General Silvestre de inspeccionar por sí mismo e inmediatamente
todas cuantas posiciones nuevas se establecían, y esto lo sabían perfectamente
los moros, y esperaban que en esta ocasión haría también lo mismo.
Providencial fue que el Coronel Morales
hiciera desistir al General de ir a Abarran aquel día.
Abarran es un monte altísimo, enclavado en la
formidable cordillera que separa las kabilas de Tessaman de las de
Beni-Urriaguel, y cuyas vertientes dominan, la una el valle de Anual, y la otra
el valle del Nekor, la parte más áspera del Rif. Sus faldas descienden en suave
pendiente hacia el mar, en una de las cuales está la posición de Sidi-Dris.
Es una posición fuertísima que, de haber
quedado establecida la posición con una mayor inteligencia y en condiciones de
resistir con elementos de mayor poder y cuantía, los Beni-Urriaguel hubieran
quedado sin movimiento alguno ofensivo, y logrado un punto avanzado y decisivo
para la fácil entrada a Alhucemas.
Tan pronto como se supo se comunicó a
Comandancia el fatal suceso de Abarran.
A las cuatro de la madrugada del día dos, las
cuatro compañías del Regimiento que se encontraban en la plaza; la sexta del
primero, cuarta del segundo y tercera y quinta del tercero, mandadas por el
Comandante González Larrea, salieron a marcha forzada en dirección al
Campamento de Drius, de orden del Comandante General, y que una vez en él
esperase órdenes. Estas compañías hicieron los setenta y seis kilómetros que
hay de Melilla a Drius en dos jornadas consecutivas, pernoctando la primera
noche en Monte Arruit, y la segunda en Drius. Cuatro días después recibieron
orden estas cuatro compañías de incorporarse al campamento de Anual, quedando
la sexta del primero en la posición B, la cuarta del segundo en la posición
Talili, la tercera del tercero en el Campamento de Anual, y la quinta del
tercero en el reducto que se hizo por entonces cerrando el barranco formado por
la loma de Anual y la loma donde estaban los Regulares.
Al día siguiente del suceso de Abarran, o sea
el día dos de junio, y en hora de las once de la mañana, se personó nuevamente
el General en el Campamento de Anual, enterándose con algún detalle de lo
sucedido en Abarran, por las noticias que le dieron los artilleros y moros
heridos que estaban en la enfermería y que habían formado parte de la columna
del Comandante Villar.
Ni aquel mismo día, ni en los siguientes, se
hizo demostración alguna ofensiva, y la harka, envalentonada con el éxito de
Abarran, atacó la posición de Sidi-Dris. Treinta y seis horas duró el ataque.
La posición fue envuelta por un considerable número de enemigos, y su guarnición,
compuesta de la cuarta Compañía del primer Batallón de Ceriñola al mando de su
Capitán Don José Hernández Arteaga, y de una Compañía de Ametralladoras de
Melilla, y como Jefe de la posición el Comandante de Ceriñola DON JULIO BENÍTEZ
BENÍTEZ, hicieron todos una defensa tan valerosa de la posición rayana en el
más grande heroísmo, que cuantos asaltos emprendió el enemigo fueron
victoriosamente rechazados, causándole enormes pérdidas hasta que, convencidos
de su impotencia y de que sus defensores estaban dispuestos a morir antes que
ser vencidos, abandonaron el campo retirando sus muertos y heridos.
Esta posición fue eficazmente auxiliada por
mar por el Cañonero “Laya”, pero la columna de socorro que salió del Campamento
de Anual tuvo que retroceder ante el considerable número de enemigos que le
salió al paso.
Parecía natural el pensar que después de todo
esto, la línea de Anual – Sidi-Dris estaba perdida, tanto más cuanto que la
retirada camino de Anual a Bentieb podía ser cortada con suma facilidad, bien
por el enemigo declarado, o bien por los Beni-Ulixek, enemigo oculto en cuyas
manos estaba. Una retirada coronando las alturas que dominan el valle,
posiciones fuertes y dotadas de abundante artillería, y otras posiciones en los
sitios más convenientes para asegurar la vía de abastecimiento, hubieran
seguramente salvado la situación. En cambio Anual, en el fondo de un valle
dominado por todas partes por alturas, no tenía defensa posible.
Quizás el Alto Mando no creyó en aquellos
momentos ceder ni un palmo de terreno por el efecto moral que esto hubiera
producido confesando nuestra debilidad; suposición falsa, puesto que nuestra
debilidad había quedado al descubierto no habiendo tomado la ofensiva al día
siguiente del desastre de Abarran, ni cuatro días después poder socorrer la
posición de Sidi-Dris. En su lugar, se reforzó la guarnición con la columna del
Regimiento de África, y se establecieron entonces las dos nuevas posiciones: la
de Talili, y la de Igueriben, poniendo Anual en mayor estado de defensa.
Pero ni la posición de Talili, ni la de
Igueriben, ni el refuerzo de las fuerzas de África mejoraron la situación,
porque quedaba subsistente el peligro capital de quedar en todo momento la
única vía de comunicación en poder del enemigo, y además, como quiera que la
línea que marcaban las posiciones de Igueriben, Anual, Talili, Sidi-Dris no se
defendían mutuamente, y caso de ser atacada una de ellas tenía que defenderse
con sus propios recursos, y la posición de Buy-Meyan a unos tres kilómetros, no
podía impedir el avance del enemigo por carecer de artillería; la situación
general de las tropas, lejos de aparecer más fuerte, se debilitó. A todo esto
hay que agregar los diarios convoyes que había forzosamente que hacer para
surtir de víveres estas posiciones, servicio que al enemigo le era fácil
impedir porque había siempre que recorrer una zona cortada por barrancos y
pasos obligados desde los cuales, y con ventaja, batía a nuestras fuerzas
encargadas de llevar a cabo tan importante servicio. Esto fue lo que sucedió
con la posición de Igueriben. Impotente el enemigo para apoderarse de esta
posición por la fuerza de las armas, trató de hacerlo por hambre. A este fin
parece ser que la harka se dividió en dos partes. La una redobló el ataque y
estrechó el bloqueo de la posición, mientras que la otra cubrió los pasos y
coronó las alturas impidiendo la marcha del convoy de agua y de víveres, y
rechazando sangrientamente por tres veces la columna que salió de Anual en
socorro de la posición.
Evacuado Igueriben, la línea Anual quedó
rota; el flanco izquierdo en poder del enemigo, el campamento a merced de un
ataque envolvente, y la situación se hizo extremadamente gravísima. Se mandó
llamar con toda urgencia a la columna del Regimiento de San Fernando que estaba
en Drius, y que se incorporaran también las dos compañías primera y sexta del
tercer Batallón de Ceriñola que guarnecían respectivamente los poblados de
Nador, Zeluan, y Arruit y Zaio; lo que no pudieron lograr porque la retirada
les sorprendió al llegar próximamente a la posición de Izumar.
En la noche del veintiuno de julio el enemigo
atacó el campamento de Anual con fuerzas tan extraordinariamente considerables
que, aun cuando fueron victoriosamente rechazadas, se vio la imposibilidad
absoluta de poderse sostener en una posición que carecía de condiciones de
defensa y ante la posibilidad de que la única vía de abastecimientos fuera
cortada. Entonces se acordó por el Alto Mando, después de oír el parecer de
todos los Jefes, evacuar totalmente el valle de Anual al día siguiente
veintidós y constituir línea de defensa Bentieb – Drius.
La retirada comenzó a las nueve de la mañana,
y parece ser que no se tomaron las debidas precauciones. Evacuados primeramente
los enfermos, y puestas las columnas en marcha, al subir por la loma conocida
por “Tobogán”, fueron por retaguardia atacadas por la harka enemiga, de frente
por Beni-Ulixek levantados en Armas, y por los flancos por la Policía y Regulares que
haciendo traición se habían pasado al enemigo. Envueltas así las tres columnas;
Ceriñola, África y San Fernando, con fuego por todas partes, y en un terreno
donde no podían maniobrar ni desplegar, se dedicaron por completo, abandonando
material y ganado en medio de la más espantosa confusión, produciéndose la desbandada
para lograr cada uno su salvación, a la fuga. Los restos de las tres columnas
que llegaron a Bentieb, como esta posición fuese también inmediatamente
atacada, continuaron a Drius, donde pernoctaron; y al día siguiente recogidas y
en unión de otras fuerzas dispersas, por el General Navarro continuaron la
marcha a Batel, teniendo que librar como a eso de las dos de la tarde un
formidable combate al llegar al barranco del río Igan; y así aceras (sic) y
defendiéndose a cada instante contra fuerzas enemigas que se presentaban por
todas partes, lograron alcanzar, después de múltiples esfuerzos, la Alcazaba de Monte Arruit al día siguiente,
veinticuatro, donde se estuvieron defendiendo durante veintitrés días, hasta
que faltos de agua, víveres y municiones tuvieron que capitular con condiciones
que luego no respetaron los moros.
No ha faltado quien ponga en duda el
comportamiento de los Jefes, oficiales y tropa en la trágica retirada de Anual.
Puede y no se puede negar que en aquel día alguien faltara a su deber; que
algunos se llenaron de pánico perdiendo la serenidad puesto que hubo hasta
quien perdió el habla, y otros se volvieron locos, pero el conjunto fue de una
sublime grandeza, y aisladamente se cuentan actos de extraordinario valor,
proezas sin cuento, y pujanza sin límites rayanas en el más grande heroísmo.
“Epopeya sangrienta que no se borrará jamás de la mente de los que quedaron
vivos.”
Jefes, oficiales y soldados por veintenas
murieron aquel día.
Los dieciocho kilómetros que separa Anual de
Bentieb quedó sembrado de cadáveres.
El enemigo estaba también dentro de nuestras
filas.
Sublevadas, las fuerzas indígenas
contribuyeron únicamente a hacer mayor la hecatombe, matando a nuestros
soldados, y robándoles después.
Ninguno de los
nuestros pudo hacer más de lo que hizo. MORIR.
Melilla 2 de octubre del año 1921
El Teniente Coronel:
Manuel Ros
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